![]() |
![]() |
Los lazos culturales más fuertes entre España y Eslovenia fueron en la historia precisamente los que pertenecieron al área de la literatura. Los eslovenos leyeron la primera traducción del Quijote de Cervantes en 1890, y Cervantes sigue siendo el autor más traducido al esloveno. También hace ya tiempo que se publicó el segundo libro español más traducido, La familia de Pascual Duarte, escrito por Camilo José Cela, el Nobel recién fallecido, igual que otros ocho obras del mismo autor. Otro autor que también gozaba de mucha popularidad entre los eslovenos es, además de Cervantes, Federico García Lorca. Numerosos traductores y escritores ponían al tanto a los lectores eslovenos con regularidad, pues, ya en 1929, Stanko Leben publicó en la revista Ljubljanski zvon una lista precisa de la literatura española contemporánea, y, también hoy en día, los eslovenos están al corriente de las novedades en el área de la literatura española. Los medios de comunicación transmiten una información regular sobre ella, y hay también traducciones eslovenas de las obras escritas por autores contemporáneos como Javier Marías, Bernardo Atxaga, Rosa Montero y otros. En 1959, Anton Grad primero publicó El libro de texto de lengua española y luego, en 1969, el Diccionario español-esloveno, y en 1979, el Diccionario esloveno-español. Con la fundación de la Cátedra de Lengua Española (en 1981) en la Facultad de Filosofía y Letras de Ljubljana, aúmentó aún más el interés en la lengua y la literatura españolas. Desde el año 1991, dicha Cátedra publica una revista anual de lingüística y literatura, Verba Hispanica. La presencia eslovena en España no es tan rica, pero es de notar que aumentó después de la independencia de Eslovenia. Aún en 1986 publicaron en Madrid una colección de poesía eslovena y yugoslava Poesía eslovena contemporánea y, en 1989 en Barcelona, también una novela de Vladimir Bartol, Alamut. En 1993, la revista de la Asociación de Escritores Eslovenos Litterae slovenicae publicó traducciones españolas de prosa eslovena y, en 1995, traducciones de poesía. En aquella época, los autores Andrej Blatnik, Drago Jančar, Brane Mozetič y Tomaž Šalamun participaron en una velada literaria en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. En 1997, Andrej Blatnik publicó en Madrid su colección de cuentos Cambios de piel. También publicaron sus libros en España Aleš Debeljak (El crepúsculo de los ídolos, 1999), Tomaž Šalamun (Selección de poemas, 1999) y Alojz Ihan (Ritmo, 2000). Están a punto de publicarse también la novela El deseo burlón de Drago Jančar y Poemas por los sueños muertos de Brane Mozetič. En 2001, la escritora Rosa Montero visitó Eslovenia y presentó en Ljubljana la traducción eslovena de su éxito literario La hija del Caníbal. Los contactos han sido animados también en otros campos de la cultura. En 1991, algo más de un mes antes de la guerra en Eslovenia, organizaron en la Filmotéca de Ljubljana la Semana del Cine Español, mientras que, durante la guerra, el Ministro de Cultura de entonces, D. Andrej Capuder, recibió, entre otras declaraciones de apoyo, también el apoyo del Institut de Projeccio Exterior de la Cultura Catalana de Barcelona. Contactos muy fuertes existen en el área de teatro. Si dejamos de lado el enorme número de representaciones que hubo en Eslovenia de las obras de teatro escritas por los autores españoles, hay que mencionar que, en 1986, el Teatro Nacional Esloveno Drama SNG visitó Sitges con la representación de una obra de Brecht, La boda burguesa, y que en 1991 el Teatro Mladinsko visitó Zaragoza con su representación de éxito Sheherezada, con la que viajaron en los últimos diez años por toda América Latina. En 1998, este grupo de teatro presentó en los festivales de Madrid y de Badajoz otra representación de éxito Silence silence silence. Algo parecido ocurre con los teatros de títeres. En Eslovenia actuaron los Bambalina titelles de Valencia, el Departamento de Títeres del Instituto de Teatro de Barcelona, las Marionetas del Matadero de Madrid y el grupo teatral Tít eres de Málaga. En los festivales españoles de títeres se presentaron el grupo teatral Papilu de Hrvatini, Maja y Brane Solce, y el grupo Freyer teater. Los contactos en el área de teatro se van reforzando, pues, en 2003, el director José Bablé Neira de Cádiz recitará una obra de Lorca, Yerma. Entre los proyectos especialmente desctacados de cooperación cultural entre España y Eslovenia fue la actuación del grupo de flamenco Al Andalus de Cádiz que visitó Ljubljana en 1997 dentro del programa del Mes Europeo de Cultura. Después de la independencia de Eslovenia (1991) empezaron a establecerse contactos más intensos en el área político-cultural. En diez años, dos Ministros eslovenos de Cultura viajaron a España. Sergij Pelhan visitó Madrid y Sevilla en 1994 junto con el director de la Oficina de Relaciones Públicas del Gobierno Borut Šuklje obiskal Madrid in Sevillo, reuniéndose en esa ocasión con la antigua Ministra española de Cultura Carmen Alborch. Simultáneamente inauguraron en las dependencias de la Fundación El Monte en Sevilla una exposición arqueológica e histórica Eslovenia: Las monedas en la Historia, que tuvo mucha repercusión ya durante los Juegos Olímpicos en Barcelona (1992). En 2001, la acutal Ministra eslovena de Cultura, Andreja Rihter, visitó España y participó en el XIX Congreso de ICOM en Barcelona. La cooperación cultural entre los dos países se basa sobre todo en el Programa de Cooperación Cultural, Educativa y Científica para 1999 y 2003, firmado en Madrid. Después de ese Convenio, se organizó en la Filmoteca Eslovena una retrospección de las películas del director Luis Buñuel. En 2000, el Coro Académico Tone Tomšič de Ljubljana se presentó en la ciudad vasca Tolosa, mientras que, en 2001, la Filarmónica Eslovena tuvo un concierto en Barcelona. En el mismo año, el cuarteto de cuerda Tartinini realizó una gira por España. Los contactos entre los dos países se reforzaron sobre todo cuando Eslovenia abrió en Madrid su galería de arte A + A. Bajo los auspicios del Ministerio de Cultura y las Galerías del Litoral de Piran, la galería funcionó en los años entre 1992 y 1997 como una institución central de cultura eslovena en la capital española. Allí se presentaron numerosos artistas eslovenos y se prepararon también dos exposiciones de pintores eslovenos en Madrid, Barcelona y Valencia. El pintor español Luis Rapela lleva años participando en el taller "Eslovenia, arte abierto" en Sinji Vrh cerca de Ajdovščina, mientras que, en 1994, el pintor español Nacho Criado tuvo una exposición en Ljubljana. La presentación de la cultura eslovena en España tiene una importancia especial para Eslovenia. La cultura siempre tuvo un papel decisivo en la historia del pueblo esloveno, el poema Brindis del poeta romático France Prešeren es el himno nacional de la República de Eslovenia. Eslovenia es uno de los países europeos más pequeños, pues tiene apenas dos millones de habitantes y su superficie mide 20 mil kilómetros cuadrados. Los países limítrofes son Austria, Italia, Hungria y Croacia. Eslovenia tiene una fuerte emigración en el extranjero, una de las comunidades más numerosas vive en Argentina, donde, sobre todo en las ciudades Buenos Aires, Bariloche y Mendoza, viven unos 50 mil eslovenos. Aunque se trate de un país europeo, los eslovenos tienen mucho interés en establecer contactos con otras partes del mundo. Hay contactos fuertes sobre todo con América Latina, en cuyos festivales participan con regularidad nuestros grupos de teatro, y los escritores eslovenos realizaron allí varias giras; también existen contactos fuertes en el área de las artes plásticas.
![]() |
Tomaž Šalamun Es el primer poeta de Eslovenia que se aventuró a intervernir en el canon literario establecido, parodiando la poesía predominante. Su poesía rompe con las formas poéticas tradicionales y crea textos juguetones, irónicos, provocadores y blasfemos. Encontrarse con su poesía significa establecer una relación íntima con una creatividad que reata y sacude al lector. Los puntos de partida de su poesía son las crueles experiencias de guerra, violencia, muerte, destrucción, las escenas cotidianas del hombre amenazado, lo que se orienta hacia la visión del absurdo de todo lo existente. |
![]() |
Obra poética: Póker (1966), El propósito de la esclavina (1968), Peregrinaje para Marupka (1971), La blanca Itaca (1972), América (1972), Arena (1973), El halcón (1974), Turbinas (1975), Imre (1975), Los druidas (1975), Fiesta (1976), Estrellas (1977), El método del ángel (1978), Tras las huellas de la salvajina (1979), Máscaras (1980), Balada para Metka Krapovec (1981), La voz (1983), Soneto de la leche (1984), La medida del tiempo (1984), Soy realidad (1985), La herida viva, el jugo vivo (1988), Ambar (1994). |
PEZ
Yo soy carnívoro, pero planta.
Yo soy Dios y hombre en uno.
Yo soy una crisálida. De mí emerge la humanidad.
Yo tengo el cerebro del todo derramado, como
una flor, para poder amar más. A veces hundo
los dedos en él y está caliente. La gente malvada
dice que otros se ahogan
enél. No. Yo soy una barriga.
En ella recibo a los caminantes.
Yo tengo mujer que me ama.
A veces me asusto, pensando que ella me
ama más que yo a ella, y me pongo triste y
me deprimo. Mi mujer respira como una avecilla
pequena. Su cuerpo me descansa.
Mi ujer le teme a otros huéspedes.
Yo le digo no, no, no temas.
Todos los huéspedes son uno solo y para todos nosotros.
Una blanca cerilla de cabeza azul se me
ha caído en la máquina. Me he ensuciado las unas.
Ahora pienso queé es lo que podría escribir.
Aquí tenemos una vecina. Sus ninos hacen
mucho alboroto. Yo soy Dios y los tranquilizo.
A la una iré al dentista. Dr. Mena,
calle Reloj. Tocaré el timbre y le diré que me
extraiga la muela porque sufro demasido.
Mi mayor felicidad es dormir y escribir.
Los maestros me van pasando de mano en mano.
Eso es necesario. Eso es tan necesario
como el crecimiento para los árboles. Un árbol necesita tierra.
Yo noecesito tierra para no enloquecer.
Yo viviré cuarocientos cincuenta anos.
Rebazar Tarzs vive ya seiscientos anos.
No sé si era él con ese abrigo blanco
porque no los distingo todavía. Cuando escribo,
tengo otra cama. A veces me derramo más como
agua, porque el agua es la que más ama.
El miedo hiere a los hombres. Las flores son más
suaves si las acaricias con la mano. Las flores aman
las manos. Yo amo todo. Ayer
soné que mi padre se inclinó hacia
Harriet. Otras mujeres me asustan,
por eso no duermo con ellas. Pero la distancia entre
Dios y la gente joven es pequena.
En Dios hay siempre una sola mujer, y esa es
mi mujer. No tengo mido de que los huéspedes
me destrocen. Yo puedo dar todo y a'un vuelve a crecer.
Cuanto más doy, más crece. Luego se va flotando
como ayuda para otros seres. En un planeta
está el depósito central para mi carne. No sé
en cuál. Quienquiera beba algo de esto será
feliz. Yo soy un tubo. Yo soy Dios porque
amo. Todo lo oscuro lo tengo aqui, adentro, nada
afuera. Yo puedo iluminar a cualquier animal.
Me están sonando las tripas. Cuando oigo jugos en mi
cuerpo sé que estoy en gracia. Yo debería
tragar dinero noche y día si quisiera
construir mi vida, y aún no sería
suficiente. Yo fui creado para
brillar. Dinero es muerte. Salgo a la terraza.
Desde allí puedo ver toda la región, hasta Dolores
Hidalgo. El clima es cálido y suave como en Toscana,
pero no es Toscana. Con Metka nos quedamos sentados,
mirando. El sol ya se ha puesto y nosotros seguimos sentados y
mirando. Sus manos son como las de Shakti. Yo tengo
el morro de un animal egipcio. El amor lo es
todo. La canasta de Moisés nunca
se hizo trizas contra las rocas. Del llano paisaje
salen trotando pequenos caballitos. De Sierra sopla
viento. Yo entro en la boca de la gente con la cabeza
para delante y la mato y doy a luz,
la mato y doy a luz porque escribo.
BOCA
Frente fría. Frente fría.
Cuando haya salido el sol, estará saciada.
Conmigo te alimentas en las negras cadenas del cielo.
Azules son la avispa y el cordero.
La llama es cristalina.
Frente fría. Frente fría.
Amalgamada y más blanca que el alba.
En tus pestanas se
han consumido, ardiendo, mis cordadas,
el latido de mi corazón.
Te inspiré
para no herirte,
para lanzarte en un grito a la mudez
cuanto te llevaba
por sobre los abismos.
Flama y carne,
quimera eres, oscura flor.
En el aire te has visto
antes de arder.
Tu cielo es corteza.>
CRISTO A LA PUERTA DE HERMES
Tienes el rostro cubierto de gotas, gramos
de hielo asoman del hielo.
¿Eres tú? ¿Necesito un modelo de Dios?
Dulce, dulce, ambos somos humildes y dulces.
Nuestros dientes se están llenando de gas.
Nuestros colmillos se volverán azules.
¿Quién nos restrega la boca con arena?
Eres un jarrón. Mis manos te acarician.
La gris arcilla gira sobre la máquina.
Cuando modelo tu boca con la palma de mi mano,
queda.
Se resquebraja. Cambia de color. Convoca el rojo del
gris.
¿El fuego te acaricia? ¿Apestarían tus unas si se quemasen?
Me cino la frente contigo. Tu piel es la cinta.
Creo que estás hecho, pero aún un poco duro.
Contienes el agua.
¿Silbará en ti?
¿Flotarán pétalos en la superficie?
¿Evitarán las paredes?
¿Se precipitarán hacia ellas?
¿Se quedarán, refrescándose? ¿Necesitarás que te rompa?
¿Querrás otra vez correr por mis manos como miel?
Te cargaré sobre mis hombros.
Dulce y luminoso, aceptaré todos los papeles que sean
susurrantes.
Tú eres la crema con la que convoco rocas de las entranas
de la tierra.
Las extraigo.
Cuando todo lo demás se ha derretido, ellas
no se derritieron.
Cuando en el corazón de la tierra fluyen la vainilla
y las líquidas
plumas de mi madera. Nosotros dos hemos ardidio. No
hemos ardido.
El insoportable calor no dana nuestros dos colmillos
de seda.
Estamos fatigados.
Fundidos y abrazados como un roble y un elefante.
¡Oh cerumen de elefanta!
¿Te he clavado en él?
![]() |
Brane Mozetič La poesía de Brane Mozetič (1958) dibuja una "historia" de las fascinaciones sensibles, en las que el lenguaje de los sentidos se amalgama con el lenguaje del cuerpo. La corriente de asociaciones poéticas procura dar forma a la obsesión y a la simultánea impotencia del voluptuoso juego sexual. La fascinación con el amar peligroso, embriagadoramente bello y extático no puede revocar y borrar el desencanto ante la imagen del mundo como vacío sin sentido, como pura nada. La fatigosa corriente de actos amorosos y entregas se desenlaza irremediablemente en sentimientos de angustia, dolor y miedo. El mecanismo ansioso y enajenado de seducciones y enlaces, de fascinaciones y desilusiones continúa, a pesar de todo, su marcha sin sentido en el juego de una especie de relación amorosa. La red de la lengua y del estilo de las alocuciones eróticas de Mozetič y de las fórmulas de conjuros está entretejida con respiraciones jadeantes, largas, que a menudo se prolongan al verso siguiente. La repetición frecuente de palabras expresa con elegancia un erotismo apasionado e irredimible. |
Obra poética: Blancanieves es siete enanitos (1976), Soledades (1987), Lo azul del contacto (1986), Conjuros (1987), Red (1989), Obsesión/Obsession (1991), Poemas por los sueños muertos (1995), Mariposas (2001). Obra en prosa: Pasión (relato breve, 1993), Ángeles (novela, 1997), Una historia perdida (novela, 2002 ) |
es bello tenerte en los brazos
revolverte el pelo - estás callado
miras ante ti, al vacío
por qué lloras, dices, tiendes la mano
hacia mi cara, la secas suavemente
tratas de persuadirme en voz baja, de agarrarme
para olvidar cien, mil veces
atraparme y llevarme contigo
no puedes estar solo, tienes demasiado miedo
nievan imágenes, la angustia
de que se caiga el polvo, el silencio, ante
la caricia fría, la piel dura, la mano
quieta, el beso gélido, la angustia
de que nadie pueda ya calentarte.
***
y llega la muerte y por última vez
quieres hacer el amor conmigo
que está dentro de ti al irte
que te lance en una ola a la lejanía
pides que te agarre para que no se te lleve
la arena, para que el viento no te
desvíe a los suenos, para seguir
sintiéndome, seguir escuchando
mi corazón, el último latido, beber
la última gota de mi boca, desvanecerte
en mi cuello, pides que te siga por el miedo
a la oscuridad, a la soledad, de que el frío
se incruste en tus huesos, y el silencio
sin mí sea como la muerte; ven, dices.
***
anochece, apenas se oye algún
pájaro, la lluvia salpica las caras
un día pesado, el cielo bajo
los pescadores suben a sus barcas
las húmedas hojas del libro se curvan
en tu boca, una lengua extrana
que no sabes, que no comprendes
sientes sólo el calor, la piel mojada
y el saber que no nos vamos a entender
jamás, que habrá un frotamiento
miraremos al cielo hasta
que caiga la noche, el silencio, la nada
y cuando te vayas, la boca, vacía
sola, desprendiendo sangre.
***
ven y termina con todo, quítame
la ropa, con calma, ternura
como si esta vez fuera la última, zambúlleme
lávame la piel para sentir tu mano
suave, y bésame la boca con dulzura
como nadie, acuéstate junto a mí
te doy mis venas, mi pecho, mis suenos
por esta paz que antes ignoraba
espero, no importan los tiempos por
venir, nuevos dolores, nuevos
suenos y el vacío de los campos
todo carece de sentido, salvo que vengas
me abraces, digas: anda, duerme -
"ven," susurras cuando te miro.
***
quiero huir, quiero esconderme lejos
pues si vienes, será demasiado tarde
me entregaré a los labios, dientes
fantasmas y miedos, hay
algo como seda deshilándose, baja
del cielo, despacio, cubre la cara
hiela los nervios, como un sueno
como el mar que te lleva
a la lejanía, quiero estar solo, quiero
sumergirme, bajar a la profundidad
quiero olvidar, tacharme, tacharte
y en la lejanía y en la profundidad
todo puro, claro, cuando la nieve cubre
mi cara, me oculta, da silencio.
***
perdona que los días sean iguales
y que yo siempre sea el mismo
que no todo cambie sin cesar
como las imágenes de la pantalla
como las palpitaciones musicales o
los símbolos cuando pulsas las teclas como loco
los suenos ya están muertos, cuando
me tocas y abrazas, la piel no es diferente
los músculos, la cara no cambia -
no sabes qué hacer, miras al vacío
como si algo se te hubiese escurrido
como si se hubiese ido de este mundo
y sabes que te da igual si vives
si es de día o si es de noche.
***
como ya no existes, la puerta está cerrada
las persianas echadas, sólo el silencio
la oscuridad, el vacío alrededor, las horas
largas de las manos y la cara en quietud.
el mar ha olvidado levantar las olas,
las estrellas, su encenderse, y el viento
su cantar, y los amigos no conocen ya
tu dirección, la boca ignora el consuelo
ya no hay dolor agudo en el pecho
y de la piel se borran las huellas de los dientes
los ojos tiemblan sin ojeras
como antano, cuando aún no había
miedo y la soledad no helaba
cuando el deseo no dolía tanto.
![]() |
Drago Jančar Drago Jančar frecuentó -brevemente, a fines de los setenta- a Borges, pero no tomó el rumbo de la metaficción americana, sino que se afincó firmemente en el topos literario de Europa central. En la prosa se dedicó predominantemente a los géneros más extensos (cuentos y novelas). Jančar es el novelista viviente más importante de Eslovenia y el que mayor reconocimiento ha logrado en el mundo. Su novelística, que siempre se mueve en el mundo íntimo y emocional de Europa central, puede inscribirse -por su persuasión artística- entre las obas de I. B. Singer, P. Handke y G. G. Márquez. La suave pátina literaria que recubre su prosa evoca sensaciones de nostalgia, melancolía, algunas veces incluso sensaciones de algo oscuro, arcaico, que se manifiesta como un ícono del mundo de la transcendencia que hace tiempo ha desaparecido. La misma atmósfera predomina en algunos de los cuentos cortos de Jančar, que muchas veces apuntan a algo que no es posible nombrar, pero sin lo cual todo sería, incluso la escritura de Jančar, un mero juego sin compromiso alguno: el misterio. |
Obra en prosa: La peregrinación del señor Houzvicka (cuentos, 1971), Treinta y cinco grados (novela, 1974), El galeote (novela, 1978, 1984, 1997) Del pálido malhechor (cuentos, 1988), Aurora boreal (novela, 1984), Muerte junto a María de las nieves (cuentos, 1985), La mirada del ángel (cuentos, 1992), El deseo burlón (novela, 1993), El sonido en la cabeza (novela, 1998), El monstruo de Rovenska (cuentos, 1998), Katarina, pavo y jesuita (2000). Ensayo: Día a día (1984), Terra incognita (1989), El cántaro roto (1992). Teatro: Eljuicio a Johan Ot (puesta en escena en 1979), Acontecimientos insólitios enKot o El posible regreso y la nueva desaparición de Jožef Dremelj (1980), Eldisidente Arnoz y los suyos (1982), El emigrante (1992), Escenas nocturnas(1984), El gran vals brillante (1985), El hereje (1986), Tríptico sobre Trubar(1986), La caída de Klement (1987), Dédalo (1988), Persiguiendo a Godot(1989). |
1
El firmamento temblaba. Se hundieron en las nubes incandescentes,
flotaron a través de la luz rojiza, amarillenta, y salieron al azul celeste.
A casa. Lejos abajo apareció la brillante superficie del océano, el barrunto
de un barco sobre ella, un barco desnudo, frágil, expuesto a todo, invisible
desde el cielo, en el que alguien navegaba a casa. Todos los caminos
llevan a casa. Desde el momento en que el barco se aparta de la orilla
y el avión despega de la tierra para emprender camino hacia la lejanía,
desde ese mismo instante en su recorrido circular. El barco, abajo lejos,
con el presentimiento de la tierra en sus flancos, en los golpes de las olas
contra sus flancos, las olas que se arrebatan de la orilla y empiezan su
recorrido de torbellinos hacia la proa del barco. El barco de Virgilio en
camino hacia la tierra, en camino hacia la ninez, hacia el fatal paisaje del
nacimiento. El presentimiento de la tierra, del suelo, de la tierra también
en las nubes que rodean el traqueteante avión, en las nubes que son terrenales,
que son el sueno terrenal de sus pasmos de muchacho, cuando yacía sobre la
hierba, que son el puente irisado, intocable, tendido a lo desconocido, al
universo, a través de la mirada sorprendida de un muchacho, los nunca comprensibles
viajeros celestes. Alrededor del avión, las neblinas que pasan rápidas por
delante de las ventanillas, que viajan, tan cansadas, cuyo espíritu viajero
se verterá en la tierra, que yacerá en un claro del bosque cuando él mire
hacia arriba y, entre ellas, habrá una nave celestial cortando con agudo
filo el aire. A casa. Con los pensamientos cuarteados y con los sentidos
sobrios, con la percepción cada vez más clara del inminente trozo de tierra
que conoce. La hierba, las nubes arriba, encima de ella; la calle de las
afueras con sus conocidas fachadas manchadas, con sus agrietadas aceras; con
los zaguanes húmedos donde huele a comida, un rancio olor a gente, ajo, romero
y cebolla asada; los huertos del suburbio con sus arriates de lechuga y flores,
con la tierra fría, oliendo a otono, con los humos de las últimas hogueras;
el guijo de un patio, banado por el sol, las manchas aceitosas de una
estación ferroviaria, perdida en las afueras; y más adelante, más adelante,
donde las casas son más pequenas y los huertos más grandes, el olor a animales
y a gente, prados desolados, setas grises en los bosques, olor a follaje
putrescente y monte bajo, a clemátide, el crujido de las ramas rotas, del
fuego, el humo asfixiante en los orificios de la nariz. Fragancias, sonidos,
imágenes, voces que se apoderan de lo más íntimo del alma y nunca más pueden
salir de ella, que se regeneran y florecen al más mínimo estímulo exterior,
con las que se llena el pálpito de lo vivo, de lo vivo, lleno el cuerpo de
espíritu vital. A casa. Donde las cosas, los lugares y la gente tienen sus
nombres que evocan instantáneamente una imagen, entera, llena, iluminada
por los diversos ángulos solares, sombreada por los objetos cercanos, brillante
a través del prisma de numerosos cristales, llena de significados infinitos,
matices, de su propia historia puesta en movimiento partiendo de sí misma,
de la vida, de la vida.
Y cuando la luz alrededor de las nubes, sobre las nubes se apaga, cuando arriba se abre un espacio oscuro, y debajo las locas, nunca comprensibles estrellas, cuando se despierta la memoria infantil, cuando el avión se mueve por encima de la orilla de una isla nocturna, escasamente salpicada de luces tenues, llegan las imágenes olvidadas, ocultas por infinitas capas. A la hora vespertina, antes de dormir, las imágenes del día; la voz de su padre que ahora oye claramente desde la cocina. Desde la modesta cocina de una casa del suburbio, en la que confluyen los acontecimientos del día, los de la noche, la vida práctica, las broncas masculinas, los susurros amorosos, los acontecimientos brutales, las palabras duras, las palabras tiernas, la política mundial, y chisporrotea la radio, a la que tiene miedo porque trae lo prohibido, la Voz de América. La radio de un país lejano, extrano, resplandeciente, donde están los familiares que llevan flores de papel cresponado en los funerales, donde los soldados llevan anchos cascos de guerra y donde se come chicle. En medio de los chisporroteantes sonidos en idioma esloveno, mezclado con acento americano, interfiere incesante la voz de su padre, la voz que sabe todo, sabe de América y de Rusia, sabe de los asuntos de cada día, sabe de la calefacción y de reparaciones de bicicletas. Una voz de tono alterado por el enfado, una voz brutal, una voz que huele a bebida y refunfunante, voz raspada y odiosa, raspada y amada, de su padre muerto, que ahora flota con él bajo el firmamento oscuro. Voz que lo observa, lo observa meterse bajo esta manta, venir de la tierra arriba, a lo alto de las nubes que rodean el avión, que lo observa entre las lucecitas tenues del interior, voz peligrosamente enfadada, cortante a la hora de mandar, raspada a la hora de perdonar, voz viva de su padre muerto, voz de la que surgen borrosos conjuntos convirtiéndose otra vez en distintas, fragmentadas imágenes infantiles: campesinos que, lejos abajo, viajan en carro, entre ellos un muchacho de ciudad, sentado en una manta suave y deslucida, colocada sobre una tabla lisa; las traseras pesadas de los caballos que se mueven delante de él, en el carro, la fragancia de la hierba segada, a todo ya segado, a lo vivomuerto, a tierra, a todo lo desarraigado de ella, todo todavía vivo y, sin embargo, ya muerto.
Ahora ya presiente y al mismo tiempo sabe: La muerte es viaje, el viaje es muerte.
Y en medio de todo y al mismo tiempo por encima de todo, el rostro de su madre, en medio del pueblo y de familiares de mejillas coloradas, en medio de las fragancias del campo, en medio del mundo del que había venido y al que pertenecía, en el que las bodas felices son bodas borrachas y los funerales bellos son funerales fríos, en medio del prado, en medio del campo, donde su rostro se iluminaba de forma distinta que en la ciudad, donde solía tenerlo oscuro, y no se ponía pálido como en la fábrica al envolver jabones de olor, detergentes hediondos, se iluminaba por dentro, y no era obstinado y desafiante como cuando trabajaba en la ciudad, en la fábrica, no estaba ausentemente concentrado como, al anochecer, cuando se sentaba a la máquina de coser. No estaba pálido como está pálido ahora, en este momento, cuando, en la habitación de un hospital, sobre la mesita, sobre esa repelente mesita del hospital, que en sus visitas siempre odiaba, pues precisamente de allí provenía ese repelente olor a medicina y a bizcocho, a manzana y a orina, sobre esa mesita tal vez brilla ahora una lucecita, tal vez ella está leyendo una historia de los campesinos del siglo pasado, quizás con dificultad sujeta el libro en las manos. Tal vez combate contra las células cancerosas con esa desafiante obstinación que conocen los campesinos de esa tierra, tal vez el dolor quiebra su pobre y pálido rostro, tal vez, con los ojos cerrados, está pensando en él, en su hijo perdido, que casi se ha quedado en la otra parte, en el otro confín del mundo y que ahora, sin embargo, regresa, volando a través del crepúsculo matinal hacia casa, allí, donde vino al mundo y donde, en el rostro menudo y cansado de su madre, está escrito que el tiempo se agota y antes quiere verlo, antes de que su conciencia, convulsa y extenuada, se apague. En medio del dolor atenuado por las medicinas, las fuertes drogas que aminoran los latidos del corazón, ella se acerca, con la mano temblorosa, aquel estrafalariamente pequeno reloj a su ojo.
A casa.
A casa, por encima de la superficie resplandeciente con este sol matutino, sobre la orilla cada vez más cercana, por montanas cristalinas, a través de la luz helada, sin dormir, sin sueno, presintiendo el final, presintiendo el comienzo.
2
Lo presentía y a la vez ya lo sabía: es aquí donde
los diablos melancólicos y burlones tienen su verdadera patria. Los que
le persiguen al continente americano y no le sueltan de sus garras y mandíbulas,
los que le atosigan junto al río y junto al mar, en la cama y entre la
multitud, los que en cualquiera de las horas solitarias le asaltan y aran
dolorosamente su alma. Aquí, en los valles alpinos, y, allí, un poco más
adelante, en las llanuras panónicas, habitan en el viento y en el aire,
no es posible evitarlos. Habitan en los lagos y en las colinas, en las frondas
de los árboles, en los suelos pantanosos y las sierras rocosas, por las tabernas
de pueblo y por las calles de las ciudades vacías los domingos, en los ninos,
hombres y ancianos. Lo presentía y a la vez ya lo sabía: ahora regresa al
país del sufrimiento. A un país maltratado desde el inicio del mundo por
los diablos de la melancolía. A un país donde, desde la más tierna infancia,
la gente atiende al sufrimiento y lo comprende antes de saber lo que esa
palabra realmente significa. Pero nadie sabe con total exactitud qué significa,
aunque la pronuncian sin cesar. La gente que escribe y los artistas de cualquier
clase pronuncian con especial devoción la palabara anhelo y se explican
mutuamente orgullosos que nadie comprende de verdad esta palabra y ni es
posible traducirla a ninuna otra lengua, esta palabra es mágica y de algún
modo inefable, comprensible sólo para los habitantes de esta tierra. Normal,
pues sólo a los habitantes de esta tierra les gusta sufrir tanto, de manera
tan silenciosa y, además, con la malicia de que merecemos el sufrimiento
propio y ajeno, no rompen vasos, no tocan jazz, no gimen mucho, sólo sufren
y anhelan. El sufrimiento no provoca una tristeza especial ni tampoco un
placer especial, aunque se prefiere lo segundo a lo primero, sufren porque
así ha sido determinado. Cuando no son las carencias las que traen el sufrimiento,
cuando no lo traen los enredos de la vida, entonces se lo provocan ellos
mismos. El paisaje está repleto de bellezas naturales que parecen ilusiones
creadas por los diablos melancólicos. Cuanto más mira la gente esas ilusiones,
cuanto más sube a las altas montanas y contempla sus ríos y campos amarillos,
más fea y maliciosa se cree a sí misma y a los demás, y si no lo es lo suficiente,
se hace dano a sí misma y a otros para que lo sea. Y ya presentía, ya
sabía que llegaba al país de la muerte. De aquí había partido acompanado
por los diablos melancólicos y con la muerte en el alma y podría haber
transitado por todos los paisajes del mundo, podía haber reído y amado,
podía haber holgazaneado y haberse divertido hasta volverse loco, pero
con su diagonal, con su diagonal interna, la que atraviesa todo su cuerpo,
del cerebro al sexo que lleva prendida el alma inquieta, había arrastrado
todo lo que le había dado este paisaje desde el primer instante de su
vida. Desde el primer momento, cuando en la más tierna infancia vio el
suave rostro de su madre y, en él, una sombra de sufrimiento, desde su juventud
más desamparada y pobre hasta sus primeras letras, que ya eran acerca
del sufrimiento, hasta su encuentro con personas cuya mayor preocupación
vital era herir y danar a otros y a sí mismas, a sí mismas y a otros, que
se empujaban mutuamente de un lado a otro de la vida. Aquí, la gente parecía
elegir también sistemas sociales adecuados a su concepto fundamental de
la vida, de las relaciones humanas basadas en una profunda maldad melancólica.
Aquí, los que mejor funcionaron fueron los sistemas opresivos, aquí se cultivó
la violencia astuta e hipócrita del clericalismo y la brutal criminalidad
del comunismo. Aquí, la gente se sintió realmente bien sólo en aquellos,
sólo en aquellos sistemas. Aquí, las policías políticas tuvieron asombrosametne
buenos resultados, pues concordaron con la esencia de la gente, cuya situación
más natural, arraigada en la profundidad de su historia, de su naturaleza,
es danar o machacar lentamente a sí misma y a otros, a otros y a sí misma.
Para qui en ha vivido sus anos de juventud, sus anos desamparados,
entre personas que esperan sólo la oportunidad de tirarse unos a otros, de
atravesar con una estaca el tejido blando bajo el cráneo del otro, no hay
ayuda para él en ningún continente, entre ninguna multitud, a un tipo así
las alegrías le duran poco.
Incluso antes de presentirlo, ya lo sabía:
está llegando al país de la muerte. Aquí están prendados de la muerte.
Aquí, la muerte tiene la imagen de una tierra hermosa, a veces es otonal
y fría, a veces es primaveral y cálida. En otono es gótica, en primavera
es barroca. Como las iglesias que salpican todo el paisaje con la frecuencia
de las tumbas. Aquí, a la gente le gustan las tumbas adornadas con flores,
velas y ángeles. Aquí, el amigo deja sobre la mesa, en mitad de una manana
cualquiera, un libro abierto con los versos de un poeta cuya alma han enloquecido
y llevado a la muerte los diablos melancólicos, y cuanto más lo entiende,
cuanto más su mente lúcida entiende dónde ha pasado su vida y qué ocurre
a su alrededor, qué fuerzas misteriosas reinan, más se aproxima a su propia
locura y a la muerte. Aquí, un amigo deja en medio de la manana un libro
abierto y se ahorca, cuando nadie, absolutamente nadie lo espera. Aquí,
cualquiera conoce a un suicida, nadie carece de uno en la familia o en su
círculo de amistades. Cualquiera tiene a su suicida, cualquiera llega a pensar
en suicidarse. El suicidio es un companero cercano, el suicidio tiene prendado
a todo el mundo. Un poeta escribe un libro de versos que alientan el suicidio,
en forma de anuncio publicitario al estilo americano escribe una invitación
al suicidio. Se titula: La cuerda del anhelo. No, esto no puede ocurrir en
otros lugares del mundo, en ningún otro lugar se puede encontrar un desdén
por la vida tan auténtico. El contemptus mundi medieval se ha conservado
aquí en estado puro. Las alegrías son breves, el desprecio de la vida es
la forma más perdurable de ser. El domingo por la tarde, cuando por las
calles vacías de las ciudades huelgan los extranjeros o los residentes foráneos
y se preguntan extranados adónde han ido a parar sus habitantes, el domingo
por la tarde a nadie se le esconde el pensamiento de que alguien podría abrir
una ventana en la tercera planta de una casa quet tiene todas sus ventanas
cerradas, y tirarse fuera con una cuerda al cuello y columpiarse en la fachada.
Durante toda su juventud escuchó cómo se tiraban al río desde un puente,
cada semana llegaba una noticia. Esa noticia se convertía en tema de las
charlas, se contaba con un suave terror, pero también con una especie de
júbilo que entonces no entendía. No se trataba del júbilo que proviene de
la alegría vital, la que dice: pero yo todavía estoy vivo, sino del júbilo
de que las cosas son así: que una mujer se había tirado al río y no podía
ser de otra manera. El porcentaje de suicidios es uno de los más altos del
mundo, desde aquí hasta la terraza de Humboldt en Salzburgo, donde el solitario
poeta austríaco veía durante su juventud los cadáveres estrellados en la
acera, vestidos con la ropa de las diferentes épocas del ano, de aquí hasta
la Llanura de Panonia, donde los poetas húngaros escriben de un alma lastimada
y mortal, donde, en mitad de la llanura, tan inmensa y el hombre tan pequeno,
la gente se suicida día a día. Ahora lo presentía y lo sabía ya con claridad:
este es su único hogar.
![]() |
Alojz Ihan Las principales marcas distintivas de sus poemas son la fuerza comunicativa, la marcada postura ética y la sencilla forma poética que oscila entre la prosa y el verso, el relato versificado. El poeta reviste las verdades de la vida aparentemente sencillas y cotidianas en un relato breve, denso, muchas veces hasta en una anécdota, parábola o una pequeña escena. La clave del poema invierte por completo el sobreentendido transcurso cotidiano de los acontecimientos, lo subvierte. Y es precisamente en este giro, que detecta las costuras menudas, las hendiduras y la incursión de lo incomprensible en el mundo cotidiano de la realidad empírica, donde se halla el atractivo principal de la poesía de Ihan. El sujeto lírico toma un punto de vista algo diferente y desde esta perspectiva modificada considera el transcurso de los acontecimientos. Lo cotidiano se vuelve insólito, lo evidente ambiguo, lo comprensible cuestionable. Con su curiosidad el poeta transforma en ajena, de una manera particular, la realidad cotidiana de la vida. Al lector le hace reflexionar de nuevo sobre las "verdades" sobreentendidas, tomar conciencia de pequeños, inadvertidos autoengaños, mentiras y juegos que hacen la vida más soportable. |
![]() |
Obra poética: La moneda de plata (1985), Los jugadores de póker (1989), Poemas (1989), Ritmo (1993), Chica del sur (1995). Obra en prosa: La casa (1988), Peregrinación de dos ... y el perro (1998). Ensayo: Platón donde el dentista (1997), Diez mandamientos (2000). |
Sin notas
Un pentagrama. Una clave. Un sostenido. Sin
notas.
Sin sonido como una guitarra que de pronto
no te atreves a tocar.
Como una mujer que aprieta su desnuda espalda contra tu cuerpo.
Y no sabes si sabrás mirarla a la cara
cuando se despierte.
Decirle "buenos días" o con interés:
"?cómo te llamas?".
Como dos murciélagos, arrojados a la luz por el apasionado vuelo
- dos aves rápidas, silenciosas, nobles,
convertidas en ratones torpes y deslumbrados.
Este horror. Miedo. Cuando estando juntos estás solo de repente.
Un pentagrama. Una clave. Un sostenido. Sin notas.
El agujero
Los psicoanalistas se sonrojaron de vergüenza
y los ingenieros genéticos reconocieron tener una actitud
llena de absurdos rodeos
para acceder al núcleo de las células
los fisiólogos se quedaron estupefactos como los alumnos suspendidos
y hasta los físicos nucleares
callaron cautelosos la relatividad
cuando el triunfante soldado les mostró
cómo un agujero simple y muy ordinario
en la carne
puede vaciar todas sus teorías en una
fosa
hecha chapuceramente
sobre la que no hay más que una piedra
un mineral simple y frío
que, triunfante, hará recordar
la más sencilla solución
del gran misterio del mundo.
Los humitos
Recuerdo muy bien que en casa, cuando nos
llamaban
para hacer los ejercicios militares de reservistas, todos llenábamos
las cantimploras con aguardiente y whisky. Nos enojábamos
porque nuestros nombres estaban en sus listas,
pero también nos alegrábamos un poco por el cambio
y por la companía masculina.
Después nos llevaban en los camiones a las posiciones
y allí, todos mareados a causa de los intercambios
de licores, observábamos
silbar las granadas lanzadas por mortero y luego
aparecían los humitos
en las proximidades de las dianas; era agradable reposar bajo el
sol
y contar los humitos en el valle y me temo
que el asunto no es muy diferente
si en el valle está situada Sarajevo y si los humitos
flotan sobre el mercado de Bascarsija; porque los refugios del
valle
apenas pueden divisarse desde la colina, y el espanto de
los pálidos ninos que están dentro se ha apagado,
ya es inaudible, como la oración de un cansado sacerdote
que se ha dormido ya diez mil veces en la esperanza de
que sea su Senor el que le despierte.
Los ninos
Son el invento más conmovedor del mundo,
el más fuerte y un poco temible,
porque se agarran a la vida,
quieren estar incondicionalmente a su servicio
y serle fiel en cada juego que se exige de ellos,
por más cruel que sea.
Con la misma habilidad esquivan los tiros de los asesinos
en las favelas brasilenas
y eligen en el supermercado su helado preferido;
con la misma presencia de ánimo prometen a sus amos
que producirán aún más tejas de barro insalubre, caliente,
y dan las gracias a sus padres por su nuevo modelo de Barbie
tan completo y cursi
y por esto incluso podríamos reprocharles un poco de hipocresía,
si no supiéramos que no son más que sus
tremendas ganas de vivir
lo que los hace tan fuertes
que ningún poder es capaz de arrancarlos del mundo,
y éste también podría ser el máximo reproche
si no fueran los únicos, y sin ellos el vacío,
como antes del principio del mundo.
Apolo
Los ninos se disfrazan para el desfile de
carnaval
a pesar del apesadumbrado cielo que sin cesar
esparce su frío sirimiri por los charcos marrones,
cuarteados espejos de los cuentos de hadas,
esquirlas de vidrio en los ojos; reflexiono
cómo repetir el Apolo, el primer vuelo a la Luna,
éramos ninos y los padres nos llevaban bajo el firmamento nocturno
y nos indicaban la sombra del hombre en el iluminado satélite.
Estaban llenos de un brío y un fervor extranos
como si estuvieran impartiendo una bendición
o entregando una misiva especial,
como si estuvieran poniendo cetros reales en nuestras menudas manos.
!Oh, agradable e inquietante peso!
Misteriosa, ardorosa ceremonia.
Al principio parecía
que se preparaba una empresa aún más atrevida
y que hacía falta disponer de tiempo, mucho tiempo,
teníamos confianza y esperábamos aguantando la respiración,
pero, al cabo de los anos,
todos tuvimos que reconocer
que el hombre había dejado de volar a la Luna.
Me olvidé del Apolo,
ésta es una confesión terrible para las personas
cuyos padres las alzaban hacia la Luna
para que llegasen a ser los primeros sacerdotes del eterno Apolo.
Pero el Apolo murió y todos lo hemos olvidado
e incluso cuando ahora disfrazamos a los ninos de astronautas,
no es que mandemos realmente a los pequenajos a la Luna
o a los planetas extranos:
"!Solo hasta el final de la calle, no más lejos!" les amenazamos
y las pequenas cabecitas asienten,
los hombros minúsculos tiemblan de excitación,
y sólo cuando el alegre grupo se pierde a la vuelta de la esquina,
nos vence, como un deslumbrante relámpago,
por un instante, un extrano deseo,
"!repetir el Apolo!"
Después volvemos al piso y tomamos un café
para que nos suba la presión a la normalidad.
El gélido aliento
Las sombras se espesan, es lo único que aún
perciben mis ojos
que va cubriendo el velo. Llega la noche y sé
que por fin tendré que hundirme
en la trampa que susurra suavemente
y que allí abajo las afiladas estacas destrozarán
mi pellejo senil
y se clavarán en mi dolida carne;
nadie oirá el gemido, ni siquiera él, que lo ha esperado febril
miles de veces, que lo ha sonado cada noche y al romper cada aurora,
que siempre ha corrido hacia sus trampas para ver mi cadáver.
Durante toda la vida nos hemos odiado y perseguido,
sólo ahora, cuando la vejez nos ha hecho lentos a los dos,
nos damos cuenta de que en realidad hemos estado huyendo
ante un cazador más terrible. Ahora, cuando los dos sentimos
su gélido aliento en el cuello, nos avergonzamos
del odio juvenil, y si todavía tuviera sentido,
destruiríamos juntos nuestras trampas
y emboscadas, nos arrimaríamos uno al otro
y nos daríamos las gracias por la ayuda y por el ánimo
en una caza aún más terrible que antes ni sospechábamos
y que cada uno por su parte no podría haber aguantado hasta ahora,
cuando un cazador más terrible ha logrado acercarse a nosotros
a hurtadillas y cuando de un momento a otro nos veremos congelados
por su gélido aliento.
![]() |
Andrej Blatnik El tema del relato "pequeño" de Andrej Blatnik es la cotidianidad sin importancia, el momento, el fragmento, el movimiento, el gesto, el acto huidizo que no decide nada fuera de la literatura y no tiene nada en común con los grandes temas de la metafísica, típicos de los grandes relatos. Sin embargo, esto no aminora su valor. En este caso no se trata de una reducción forzada, sino de un gesto acorde al espíritu de nuestro tiempo que está cada vez más atento también a lo periférico y que no establece una diferencia valorativa entre lo grande y lo pequeño. De allí que en la prosa de Blatnik, que tiende progresivamente de la "mera literatura" a la escritura de tono existencial, nos interpelen en forma de fábulas alegóricas momentos huidizos y aparentemente sin importancia, para los cuales resulta al final evidente -y en esto reside el acento- que no son esencialmente menos importantes que los grandes. De una dispersión esquizofrénica del hombre se dirige nuevamente hacia una especie de totalidad del mundo, que no es (la pretérita) ideológica, sino que se genera más bien en el contexto de la célebre sentencia de Wittgenstein: "El mundo es todo lo que es el caso". |
![]() |
Obra en prosa: Los ramilletes para Adán se están marchitando (cuentos, 1983), Antorchas y lágrimas (novela, 1987), Biografías de los sin nombre (cuentos, 1989), Cambios de piel (cuentos, 1990), El tao del amor (novela, 1996), La ley del deseo (2001). Ensayo: Laberintos de papel (1994), Mirando de reojo (1996). |
EN EL FONDO
Verdaderamente me interesa, dice, justo cuando
estoy escribiendo estas líneas, por qué prefieres quedarte pegado a la
pantalla del ordenador, en vez de venir conmigo a visitar a los amigos.
Llevan semanas y semanas invitándonos, y tú... Una vez no tienes ganas,
otra te duele la cabeza, más tarde tienes que reflexionar sobre algo, luego
tienes un trabajo urgente, ahora esto, manana lo otro, lo único que no haces
nunca es llevarme adonde haya gente. A veces pienso que quieres apartarme
de todos, que a lo mejor me quieres para ti solo.
A lo mejor, digo sin mirarla. A lo mejor.
Mi rotundo reconocimiento le sorprende. Se queda callada un momento.
Y además te estropearás los ojos a causa de la luz artificial, dice después.
Sí, probablemente, digo. Y escribo. Ninguna palabra debe escapárseme.
?Quizás la razón, dice en voz un poco más baja, sea porque sabes
que es más fácil quedarte pegado a la pantalla que mirar a los ojos de
la gente? Quizás por eso prefieres sobre todo lo demás quedarte en casa,
sin ganas de salir siquiera a la tienda.
Quizás sea por eso, digo con mis dedos corriendo sobre el teclado.
Habla un poco más despacio, por favor.
?No me sigues? pregunta.
Apenas, digo. Apenas te sigo.
Acaso ya sea mucho para ti aun escucharme, dice.
Escribo: Acaso ya sea mucho--- Después me paro. Paro de escribir.
Escucha, digo. Escucha: te quiero.
Lo sé, dice ella. Lo sé.
Espero. No me quedan palabras. No sé qué decir. No sé qué anotar.
El amor no es suficiente, dice ella.
?No? pregunto. Acaso sea verdad que no, pienso.
No. Hay también infinidad de... otras cosas.
?Qué otras? pregunto. Lo sé: sólo estoy divagando, divagación que
no conseguirá nada. Pero, ?qué otro remedio me queda? me digo a mí mismo.
Por supuesto que no te las voy a ir enumerando, dice. Escribo:
por supuesto que no te las voy... Me tienta anadir: no se pueden expresar
con palabras. Me suena tan bien que casi llego a oír las palabras que
pronunciará a continuación. Estoy esperando que las pronuncie pero
no las pronuncia. Justo lo contrario: se calla. Y yo no las anado. Qué
pena, pienso, qué pena.
Tú mismo deberías saber cuáles son, dice. No eres -
No me digas, digo. No me digas lo que soy.
Pero es que eres lo que eres, se opone, y da igual si lo digo o
no.
En el fondo, digo, y aterrado me doy cuenta de que ahora me entramparé
en un largo monólogo, en el fondo nunca me imaginaba que llegaría a
ser lo que ahora finalmente soy, nunca me imaginaba que la mayor parte del
tiempo lo pasaría ecerrado en mi cuarto, conmigo mismo, y que todo quedaría
a mi cargo, que en esta habitación decidiría todo. En el fondo siempre
he deseado formar parte de algo más grande que yo, algo cuyas fronteras
y sentido no podría conocer enteramente, algo que por sí mismo me dictase
qué y cómo. Siempre me figuraba que acabaría siendo, digamos, parte de algún
grupo vanguardista, que sabría qué y cómo; que, digamos, compondría lo
ya conocido de tal manera que pareciese nuevo, algo así como si firmase
con Throbbing Gristle o Test Department, mi tarea estaría clara y no me
la buscaría solo como, admito, lo hago ahora...
?Y por qué nunca llegaste a ser algo así? me interrumpe.
Sí, susurro, ?por qué no?
Entonces, continúa, en el fondo has perdido.
Sí, asiento con la cabeza, en el fondo he perdido.
En el fondo, dice, finalmente todos y en todas las ocasiones perdemos.
Espera, me resisto, es que eso...
?No? me pregunta. ?No?
No sé, digo apenas perceptiblemente.
?No? insiste. ?No? !Di, vamos! ?No? ?No?
Decir, ?qué? pregunto. No tengo nada que decir. No sé.
Ajá, dice ella, no sabes.
No sé, digo. Y reflexiono: de verdad no lo sé. Al principio vacilo,
luego decido: no, no voy a escribir esto.
Cuando te conocí, dice, pensaba que sabías todo, me parecía que
no había cosa desconocida para ti.
?Ah, sí? pregunto. Reflexiono: ?cómo se le podían ocurrir tales
pensamientos? Y justo conmigo. Extrano, realmente extrano.
Podrías habérmelo preguntado, te habría dicho que no era así, le
digo. Te habría dicho que te equivocabas.
Sí, me equivocaba, dice ella.
Es verdad, equivocaba, y qué hay de especial en esto, reflexiono,
todos nos equivocamos, continua e incesantemente, excepto que los que
tienen suerte nunca llegan a saberlo. Pero no le voy a hablar de esto,
decido.
Posiblemente tú también te equivocabas con respecto a mí, dice
ella.
Reflexiono. ?A qué te refieres? pregunto.
Bueno, dice ella lentamente, pensabas que era diferente de lo que
soy en realidad.
?En realidad? reflexiono. ?En realidad?
Pensabas, pongamos por caso, que sabía administrar mejor el dinero.
Que no te sería necesario aceptar cualquier tipo de trabajo para ganarlo.
No, digo, no lo pensaba.
Pensabas, continúa, que cocinaba mejor. Que no te sería necesario
una y otra vez echar más sal a las patatas, verter más vinagre en la ensalada,
husmear por los libros de cocina buscando recetas.
No, digo, ahora ya más bajo, no lo pensaba.
Pensabas, continúa, que sabría cómo y qué hacer cuando la válvula
del grifo fallase, o cuando la moqueta empezase a ceder, y que tú no tendrías
que ocuparte de ello.
No, susurro, no lo pensaba.
Pensabas, dice finalmente, que podrías quedarte sentado tan tranquilo
delante de tu pantalla ocupándote de tus cosas y que yo me ocuparía
de todo lo demás. Eso pensabas.
No digo nada. Me quedo callado.
Pero yo, dice, no sé todo eso. Llevamos juntos el tiempo suficiente
como para que ya te hubieses enterado, si al principio aún esperabas
que iba a ser de otra manera.
Sí, pienso, eso es verdad. La esperanza, sí, la esperanza.
Aquella esperanza era infundada, dice ella.
Me muevo automáticamente. Me inclino hacia el teclado.
No hagas eso, dice ella.
?Qué? pregunto.
No anotes mis palabras. Después ya no son mías, y eso es lo que
no quiero.
No estoy anotando tus palabras, digo con sorpresa.
Sí, lo haces, lo haces. Por la noche, cuando te duermes, me levanto
y enchufo el ordenador, meto el disco y leo lo que has escrito durante
el día. Y todo lo que dicen las mujeres en tus cuentos son mis palabras.
Todo lo que dicen los hombres son las tuyas.
Esto no es verdad, digo. Nada de lo que anoto es real. Todo es
ficticio.
Entonces tú también eres ficticio. Y también yo.
Pienso: sí, es posible. Es verdad, posible. Habrá que reflexionar
sobre esto, me digo. Luego me rehago: pero, ?qué es lo que se me está ocurriendo?
Yo, dice, yo...
?Sí? digo.
Yo no quiero ser ficticia.
Estas palabras me suenan un poco hueras. No me tienta en absoluto
anotarlas.
Quiero vivir, vivir realmente.
Eso me recuerda una infinidad de cosas conocidas. Realmente, una
frase gastada. Si la anoto, tendré que darle la vuelta de alguna manera,
ironizarla de algún modo. Pero, ?cómo ironizarla?
?Ahora no vives? pregunto. Si dice: ?pero es esto vida?, nos habremos
extraviado en un profundo melodrama, y ni siquiera original, supongo.
?Ahora? pregunta.
El momento decisivo se alarga, se prolonga.
También vivo ahora, dice, pero no como querría.
El círculo se está cerrando, pienso.
En el fondo, digo, también tú has perdido, entonces.
En el fondo, dice, todos y en todas las ocasiones al final perdemos.
El círculo se ha cerrado, pienso. Miro la pantalla del ordenador.
En ella, brillan palabras que no entiendo, palabras que para mí no significan
nada. Desenchufo el ordenador sin guardar el programa en el disco.
Escucha, digo, esto no tiene ningún sentido.
Quizás realmente no lo tenga, admite sin vacilar. ?Qué propones,
entonces? Seguro que nada.
Así es, tiene razón, me digo a mí mismo. Nada. No tengo qué.
?Tengo razón? dice.
Razón, afirmo.
Entonces seguiremos como antes, constata.
Ahora estoy algo confuso. ?Como antes? digo. Pensaba que tú-
?Yo? dice ella.
Tú.
Yo - ?qué?
Pues, que tú lo cambiarías. Que te irías, supongo.
?Irme? ?A ver a los amigos? ?De visita?
No. No a ver a los amigos. Que te irías para siempre.
Para siempre, pienso, esa es una palabra grave.
No tengo adónde irme, dice ella tranquilamente.
Reflexiono con detalle: realmente no tiene adónde ir. Es duro darse
cuenta de ello, pienso.
Sólo te tengo a ti, dice. Y ni a ti te tengo.
Ya sabes, digo, que lo importante no es tener. Lo importante es
ser.
Escucho mi voz: suena con acritud, acartonada.
?Ser? pregunta.
Saber que eres, que existes, digo. Y escucho mi voz acartonada.
Algo diferente vendrá después, poco a poco, casi sin darnos cuenta. Algo
diferente vendrá.
Ya hace mucho tiempo que sé que soy. Ya hace mucho tiempo, dice
ella con voz apenas audible.
?Y? digo. Pienso: ahora está decidiendo.
Nada, dice ella. Aún nada diferente ha venido. Incluso es posible
que no venga nunca. Pero dejémoslo. No hace falta complicarlo. En el
fondo el asunto es simple. La vida me es -
Hace una pausa.
Estoy esperando. Pero ella sigue callada. Le es, me digo a mí mismo.
?Qué? me pregunto. ?Difícil? ?Superflua? ?Agradable? ?Ajena? ?Necesaria?
La contemplo: está mirando por la ventana. Por un momento me tienta
mirar qué hay al otro lado del cristal. ?Hay algo? A lo mejor, me viene
la idea de pronto, sólo mira su reflejo, cuyas facciones, al anochecer,
se afilan más y más. A lo mejor, me digo a mí mismo, espera que anochezca
y luego será una.
?Qué estás mirando? pregunto.
En el fondo, dice ella con voz apenas audible, por lo que me inclino
hacia adelante y aguzo el oído, en el fondo nada.
Doy un paso hacia ella, justamente hacia donde está de pie. Tiene
razón: en el fondo es verdad que no se ve nada. Miro, miro, y nada.
Así, me digo a mí mismo, esto es todo, todo lo que hay. No hay nada. Ni
siquiera su reflejo en el cristal.
Vemos lo mismo, pienso, luego efectivamente estamos hechos de lo
mismo, luego efectivamente nos pertenecemos. Y por ello no volveré a enchufar
el ordenador, no me volveré a inclinar sobre el teclado, me vestiré y saldré,
juntos visitaremos a los amigos, y a lo mejor, al menos hoy, le parecerá
que va a llegar aquello otro diferente que esperamos. En el fondo debo
actuar así. Debo. Por eso, nos vestiremos, nos marcharemos, llamaremos
a la puerta de los amigos, beberemos lo que nos ofrezcan, charlaremos,
pues, de lo que se charle, y les miraré a los ojos. Esta noche en el fondo
debo hacerlo.
Obras en versión
española:
Bartol, Vladimir: Alamut (Alamut). Barcelona: Muchnik Ediciones, 1989. Traducción: Slavica Membrado Bursac, Mauricio Wacquez Blatnik, Andrej: Cambios de piel (Menjave kož). Madrid: Ed. Libertarias Prodhufi, 1997. Traducción: Marjeta Drobnič, Matías Escalera Cordero. Debeljak, Aleš: El crepúscolo de los ídolos (Somrak idolov). Donostia: Gakoa Liburuak, 1999. Traducción: Barbara Pregelj, Antonio Preciado. Šalamun, Tomaž: Selección de poemas. (Izbor pesmi). Madrid: Visor, 1999. Traducción: Pablo J. Fajdiga. Ihan, Alojz: Ritmo (Ritem). Madrid: Hiperión, 2000. Traducción: Marjeta Drobnič, Francisco Javier Uriz. Jančar, Drago: El deseo burlón (Posmehljivo poželenje). Madrid: Metáfora ediciones. Próxima publicación 2002. Traducción: Marjeta Drobnič, Matías Escalera Cordero. Mozetič, Brane: Poemas por los sueños muertos (Pesmi za umrlimi sanjami). Málaga: CE D M A, Col. Maremoto, otoño 2002. Traducción: Marjeta Drobnič. |
Publicado por: Centro
de Promoción de la Literatura Eslovena. Para el Centro: Brane Mozetič.
Subvencionado por el Ministerio de Cultura de la República de Eslovenia.
Selección: T.S., B.M., M.D. Traducción: Pablo Juan Fajdiga, Matías
Escalera Cordero, Francisco Javier Úriz, Marjeta Drobnič. Mayo de 2002.